Vender y publicitarse mediante redes sociales ya es algo que está a la orden del día. Cada vez son más las empresas que confían en ellas para mostrar sus productos y darlos a conocer a los usuarios de las mismas.
Para ello, las grandes marcas recurren a el marketing de influencers con macroinfluencers, grandes “influenciadores” de las redes, generalmente famosos o muy conocidos dentro del ámbito en el que se mueven (salud, deporte, gastronomía, moda, etc.). Se caracterizan por la gran cantidad de gente que les sigue pero también por la gran cantidad de marcas para las que trabajan. A menudo, se convierten en personajes que simplemente hablan de las marcas para las que colaboran, por lo que sus mensajes publicitarios no siempre gozan de la eficacia buscada.
En contraposición a los macroinfluencers están los microinfluencers, personalidades con un número inferior de seguidores con los cuales, además, tienen un vínculo mayor por ser mucho más cercanos a ellos. Es decir, el número de seguidores es menor, lo que facilita la comunicación y la familirización con los mismos.
A priori, puede que no nos llamen mucho la atención porque podemos pensar que no llegamos a tanta gente como con influencers mayores, pero lo cierto es que, al trabajar con menos marcas y al tener un vínculo mayor, los mensajes y contenido que difunden tienden a ser más creíbles. Además, tienden a ser más baratos, por lo que generaremos mayor impacto con una inversión menor.
¿Qué tipo de ventajas tiene esto frente a la masividad de los macroinfluencers? Sobre todo, la cercanía con sus seguidores, para los cuales, el contenido publicitario que consumirán será admitido con más facilidad por parecer más una recomendación personal. Esto significa que también son más rentables, pues cuentan con un público muy específico, al que llegaremos, como indicábamos, invirtiendo menos dinero. Por esto mismo, se tornan mucho más accesibles para pequeñas y medianas empresas.
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